Día 30 de marzo

El Pacífico

El Pacífico. Repito entrada de crónica. Este cabrito Pacífico da que hablar. Y le he quitado años. Bastantes. Todos hablamos de este mar. ¡Claro! En él estamos. Sufriéndole más que disfrutándole.

Hemos tenido unos días complicados. Ya no se si escribo sobre hoy, ayer o anteayer. Poco nos ha permitido el Pacífico estos días. Por supuesto, un erial. Ni un alma. Ni un barco. Ni un pez.

Hasta a los escasísimos pájaros agota. Hemos tenido un huésped toda la noche. En la bañera. A cubierto. Harto de pelearse con este mar. No le queda otra. Es su vida. Pero no olvidará esta noche de alivio. Dicen que era una tiñosa negra. Sorprendentemente dócil. Al alba se fue. Nueva pelea.

Ayer y anteayer, días de zurra. Poco margen para cualquier actividad. Todo el tiempo con el “gallego”. NO. Fuerte. Agua. Escora. Meneo. Bailes en el salón.

Salió la trinqueta. Esperaba en el cofre su momento. Llegó. Ella lo sabía. Mucha mayor. Mucho génova. ¡Ja! ¡Aquí estoy yo! Y creo que me quedaré. Un rato largo. Segura. Discreta. Fiel. Y enderezando entuertos.

Hoy por la mañana el gallego se fue. Espero que a Compostela y se quede allí unos días. Tenemos SE. Buen rumbo. Navegación más tranquila. Escasa velocidad.

Ha permitido subir al palo mayor a Pepe. Una marioneta al son del pacífico. Pepe y un par. Cosas de patines y soldaduras. Aconseja no enredar.

La driza de la mesana voló con la tiñosa negra. Repuesta una de fortuna y un rizo.

El SE también permitió aseo, lavandería y una comida decente. Y volvió el aperitivo del santo Javier. Papas aliñás. ¡Gloria!

Cierro con la mosca. Este pacífico seguro que nos la vuelve a armar. La próxima entrada, prometo no quitarle años.

Ignacio Canal