Día 26 de marzo
Resulta difícil contar algo que no se haya contado ya de las connotaciones históricas y épicas del viaje que conmemoramos
Nuestro mundo próximo son las incidencias de nuestra vida a bordo, pero sólo la nuestra, porque aquí no hay otra. A lo largo de estos días, solo un portacontenedores nos cruzó lejano por la popa, única muestra de civilización en todos estos días.
Esta mañana, nuestro “espídico” capi, se ha levantado bi-abuelo … Como los dos nietos sean la mitad de movidos que él, compadezco a la pobre madre
Pero si hay algo que estas jornadas de navegación nos enseñan, es lo absolutamente prescindible que es casi todo a lo que nos acostumbramos en nuestra vida del día a día. Aquí, la vida se simplifica y casi todo aquello empieza ser superfluo. Pero a la vez, la más mínima cosa se valora y se disfruta. Que la ducha y el fregado es con agua salada … ¡vale! Pero la presión es fantástica y el depósito suficiente … ningún problema para malgastar.
El ingenio de los cocineros se pone a prueba en cada comida y es ampliamente valorado por el resto de la tripu. Una amistosa competición se entabla entre los dos panaderos oficiales, competición que es especialmente jaleada cuando, en el desayuno de cada día, el aspecto de la hogaza es cada día más apetitoso. Y qué decir del gin-tonic de la tarde.
Por su parte, el Pros se ocupa de mantener entretenidos a los tres ingenieros a bordo, aunque quizás se esté pasando un pelo con los retos … No conoce bien su viejo grito de guerra: “los madelman lo pueden todo”
Mientras tanto la navegación, solamente a vela, invita a la charla, al intercambio de pareceres y opiniones, e incluso al viejo deporte de la porfía, la carencia de internet impide el recurso de Wikipedia para el contraste inmediato de cualquier dato.
Me gusta esta cura de sobredosis de civilización.
A veintitrés o quizás veinticuatro de Marzo.
Friqui