2024/01/19
Para completar la formación de Norteamérica, junto a la atencion prestada a los Estados Unidos, merece la pena detenerse un poco en el otro gran país que integra el norte del continente americano. La diferencia en significación sociopolítica de los dos países no es óbice para reconocer la relevancia de Canadá y el enorme interés que presenta su difícil y dilatado proceso de constitución como país, en medio de las rivalidades derivadas de las dos culturas europeas dominantes asociadas a su conquista: la francesa y la británica.
Con una superficie de 9.976.137 kilómetros cuadrados —unas veinte veces la de España y más grande que los Estados Unidos, China o Brasil, —, es el segundo país del mundo en extensión, aunque su población apenas supera los 40 millones de personas y alcanza una densidad de unos 4 hab./km² (España: 95,23 hab./km²). Pero, además, su elevado nivel de recursos y el desarrollo alcanzado en muchos terrenos le han llevado a un importante nivel y a una no menor calidad de vida, entre los mejores países del mundo.
Los padres de la Confederación, establecida el 1 de julio de 1867
De todos modos, éxitos económicos aparte, si algo resulta especialmente atractivo en el Canadá de los últimos cincuenta años ha sido su capacidad para integrar pacíficamente, en un marco constitucional de corte federal, la inmensa diversidad cultural, lingüística, étnica y política que a lo largo de décadas se ha dado cita en ese país hasta configurar su compleja realidad actual.
Los textos ofrecidos corresponden a: James Stokesbury (La Epoca de Expansión y Exploración), del Departamento de Historia de la Universidad de Acadia, Wolfville, Canadá ; Barry Moody (Imperios en conflicto 1635.1783) y Douglas O. Baldwin (Diversidad Regional 1784-1867), también del Departamento de Historia de la Universidad de Acadia, Wolfville, Canadá.