Sábado, 30 de octubre a jueves, 10 de noviembre

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2021/11/12

Sábado 30 de octubre

Amanece el día clave en Salinas. Todos esperamos con ansia que el velero cumpla su palabra y nos entregue el génova a buena hora para poder montarlo antes de que salte el viento. Finalmente aparece puntual en su panga y nos entrega la vela. Ha estado trabajando toda la noche para instalar una relinga nueva. Aprovechando la calma la envergamos sin mayor dificultad.

A las 8:00 reportamos nuestra posición a Guayaquil Costera Radio por el canal 26, como venimos haciendo a diario desde que llegamos a Guayaquil. Entiendo que esta exigencia de las autoridades de Marina es por nuestra seguridad, pero no podemos evitar la sensación de estar constantemente controlados.

Preparándonos ya para zarpar nos apercibimos de que la costa parece haberse alejado ligeramente, pero nuestra estacha de proa permanece fija a la boya de fondeo … Sí, la boya nos acompaña en nuestra lenta deriva, tras haberse liberado por algún medio del muerto que la retenía. Alarma general y motor en marcha. El bañete previsto para antes del zarpe queda frustrado y, tras advertir por VHF al Club que la boya se ha separado de su fondeo, decidimos zarpar.  Afortunadamente este incidente ha sucedido cuando todos estábamos a bordo y preparados para navegar. No queremos ni pensar qué hubiera pasado si hubiese acontecido durante alguna de nuestras frecuentes estancias en tierra …

El comodoro del club, Fernando Gómez, hijo de nuestro ya buen amigo Luis Eduardo, se acerca en su lancha a despedirnos y sube a bordo para las fotos de rigor.

A las 11:30 zarpamos en demanda de Galápagos. Librada Punta Viejita, ponemos rumbo 315º buscando los vientos y corrientes favorables, que nos empujan alegres hacia las islas.

Por la tarde, navegando a 9 nudos, y a más de 40 millas de la costa, una lancha con dos pescadores a bordo, se nos acerca haciéndonos enérgicas señas. Nos pide agua y algún alimento. Con no poco esfuerzo, y navegando en paralelo a esa velocidad, le pasamos un bidón de agua y una bolsa de plátanos. Parece que quedan satisfechos.

Pepe Solá

Domingo 31 de octubre.

Océano Pacífico 8:00 a.m.: 1º5.81’ S – 82º56.34’ W

Rumbo 283º; Velocidad 8,5knts. Distancia recorrida en 24h: 165 NM

Hemos tenido una navegación rápida y tranquila con viento constante al través de babor de media 15knts y un mar plano.

Estas excelentes condiciones de navegación nos permiten desayunar copiosamente los 7 tripulantes juntos y pasar el resto de la mañana con distintas actividades: duchas en la proa con agua del Pacifico, montar y poner las dos cañas de pesca con rapala y pulpito (sin ningún éxito a lo largo del día), observar ballenas calderón o piloto, además de peces voladores, etc.

Pepe Solá, el capitán, nos dio un briefing de toda la electrónica y sistemas de comunicación del barco. La bolsa del pánico ya está montada con los elementos de supervivencia, rescate y navegación además de primeros auxilios. También se han establecido los turnos de guardia por parejas, que irán rotando cada tres horas. Los tres de la noche empiezan a las 22;00 h y acaban a las 7:00 h.

Pepo Peciña

Lunes 1 noviembre

Océano Pacífico 8:00 a.m.: 0º29,8’ S – 85º33,1’ W

Rumbo: 266º; Velocidad: 8,7knts; Distancia recorrida en 24 h: 172 NM

Día tranquilo, como el de ayer, con vientos de través de babor que esta vez han ido variando su fuerza entre 5 y 15knts. Las corrientes ecuatoriales con velocidad de 1,6knts que vienen del E nos han impulsado.

El día comenzó con dos pardelas de Parkinson posadas en el balcón de proa, que nos acompañarían todo el día, y a las que intentamos alimentar con un pez volador que apareció en cubierta y que rechazaron. A éstas se uniría un piquero que llegó al atardecer para pasar la noche con nosotros sobre la antena satelital de popa.

Hoy las conversaciones han versado sobre muy interesantes temas históricos y artísticos que han expuesto los numerosos y expertos tripulantes: Carlos V, Hernán Cortes, Fray Tomás de Berlanga (descubridor de las Islas Galápagos), Berlanga de Duero y el impresionante legado español en arquetas, tecas y cerámicas.

Dos importantes novedades han sido la elaboración del primer pan a bordo, de una gran calidad, y la manera de incrementar el ahorro de agua dulce de los tanques (3.000 litros) entre las Islas Galápagos y Papeete.

Pepo Peciña

Martes 2 de noviembre

Se repite el día. Un viento estupendo en fuerza y dirección, acompañados de una intensa corriente, nos hace alcanzar las Galápagos, ya visibles, en tiempo record. Juan Carlos afirma que esta navegación no computa para el curriculum marinero de la tripulación. No le falta razón, izamos las velas en Salinas y no las hemos tenido que volver a tocar para nada, salvo muy pequeños ajustes de las escotas. Hemos hecho una velocidad media de casi 8 nudos y vamos a llegar a nuestro destino antes de la fecha prevista.

Las pardelas siguen acompañándonos, lanzándose de vez en cuando a “estirar las alas” y disputándose al volver su lugar en el balcón de proa.

A las 16:30, tras haber recorrido la costa occidental de la Isla de San Cristóbal, fondeamos en la bahía de Puerto Baquerizo Moreno. Nuestro agente subirá a bordo para pedirnos la documentación y advertirnos de que no podremos descender a tierra hasta el día siguiente.

Pepe Solá

Martes 8 de noviembre

Debemos finalmente zarpar. Aunque nuestro permiso caducaba el día 5, Capitanía Marítima nos ha permitido prorrogar nuestra estancia algunos días, pero no queremos abusar ni alargar más el ya importante retraso de nuestra expedición. Nos levantamos temprano y a las 8:00h ya estamos con nuestro agente que nos lleva a la oficina de Migraciones para los obligados y farragosos trámites de salida.

Nueva sorpresa. El funcionario se asombra de que los cuatro que arribamos en barco a La Libertad, tengamos los pasaportes sin sellar. Amablemente nos indica que sin el sello de entrada no nos puede sellar la salida. De nada valen explicaciones sobre los muchos dineros pagados a nuestros agentes en los diversos puertos de arribada para que hicieran correctamente su trabajo. Si no tenemos sellado el pasaporte es que no hemos entrado en el país y, por lo tanto, no podemos salir. Estupor generalizado. La situación recuerda a nuestra prologada retención en Perú.

Tras varios intercambios telefónicos, alguna de las últimas con las autoridades de marina, el asunto queda resuelto. Sellará los pasaportes de los tres llegados por avión y los otros cuatro nunca hemos estado en Ecuador. Nos preguntamos si ello no nos planteará nuevos problemas con la Gendarmería de Polinesia, pero finalmente la Capitanía de Puerto Baquerizo Moreno nos entrega un documento en el que se certifica que los siete a bordo conformamos la dotación que zarpa de este puerto. Tranquilidad recobrada.

Regresamos al barco donde recibimos la última inspección de Capitanía y nos preparamos para abarloarnos al Guardacostas Isla San Cristóbal, que amablemente se ofrece a abastecernos de 3.000l de agua, tan necesaria para la travesía que tenemos por delante. Nunca agradeceremos bastante el apoyo y el afecto que la Armada del Ecuador ha mostrado con nosotros y con nuestra expedición.

Completada la aguada, a las 16:30 HRB zarpamos en demanda de Marquesas, con un viento fresco que nos hace caminar alegres.

Puerto Baquerizo Moreno, Isla de San Cristóbal. 0º 53,976’S-89º 36,872’W

Pepe Solá

Miércoles 9 de noviembre.

Durante el día de ayer navegamos con muy buen viento hasta las 4:00h, momento en el que su intensidad cayó a valores ridículos, que no esperábamos en estas latitudes y que, nuevamente, nos hizo la navegación nocturna muy incómoda. La Zona de Convergencia está bastante más al norte y la predicción anunciaba vientos de 10-15 nudos. Afortunadamente la corriente, que alcanza valores de 2-2,5 nudos, nos empuja hacia el oeste.

Al amanecer recuperamos los 12 nudos de viento por la aleta, que alegra nuevamente nuestra singladura y el ánimo de los tripulantes.

La avería de la potabilizadora nos obliga a ser austeros en el consumo del agua dulce. Llevamos suficiente reserva de bidones de agua potable para beber, pero los 3.000l de agua de los tanques deben de estirarse, e incluso dejar una reserva, para cubrir toda la etapa. La tripulación, consciente de que nos esperan muchos días por delante, ha decidido ser muy frugal en el uso del agua dulce. La potabilizadora, a pesar de estar improductiva para el suministro de agua dulce, nos permite al menos el bombeo de agua de mar a través de su bomba de baja. Con ella rellenamos un botellón de 10 litros al que acoplamos una curiosa bomba eléctrica. Ello nos permite realizar todas las tareas de lavado de la vajilla sin consumir agua de los depósitos salvo, en su caso, para un breve aclarado final. Algo parecido hacemos para la ducha. La manguera conectada a la bomba de agua salada de proa, se introduce por las escotillas de cada baño, permitiendo agradables duchas con esta agua fresquita.

 Navegamos con viento flojito en gran parte del día, pero con el aliciente del avistamiento de ballenas en varias ocasiones, alguna de ellas muy próximas a nuestro barco.

El grupo de baterías de 24V, que alimenta todos los elementos de confort, se viene abajo con no mucho consumo, pero la electrónica (piloto, radar y Navcenter) que funciona con 12V aguanta estoicamente. Está claro que la instalación del inversor fue un acierto. Con apenas un par de horas de generador, aguantamos el consumo total de un día.

La noche es otra vez incómoda, con vientos flojos nuevamente, que no nos permiten avanzar como esperábamos y nos obligan a cazar escotas de ambas botavaras para evitarles el castigo de las olas.

Mañana instalaremos la caña en la confianza de que algún día acabaremos pescando.

Océano Pacífico, 0º 1.392’S- 95º 7.227’W

Pepe Solá

Jueves 10 de noviembre

Como es usual en la época de garúa (período del año entre los meses de mayo a diciembre, caracterizado por la sequía y las bajas temperaturas) el día amanece tapizado de nubes y temperatura fresca. Contrasta vivamente con la idea preconcebida que algunos de los tripulantes teníamos del clima en esta zona ecuatorial. El contenido de los equipajes demuestra las perspectivas infundadas de días calurosos y húmedos, días que sí se producen en otra época del año, entre diciembre y mayo, cuando el calor aprieta y las lluvias son abundantes. Asimismo, en esta época, el agua del mar llega a los 28 grados y la fauna marina aumenta considerablemente gracias a las corrientes procedentes de Panamá. Pero en el tiempo pasado en Ecuador continental y las Galápagos hemos comprobado que aquí el océano Pacífico recuerda más a nuestro mar Cantábrico que a nuestro Mediterráneo.

Una vez superada la escasez de viento de la mayor parte de la noche, la navegación se hace más rápida y placentera, con viento del sureste de intensidad moderada, que nos permite navegar en torno a los 7 nudos.

El Pros, noble y cadencioso, nos mece y facilita una vida a bordo grata y sin sobresaltos.

Una vez reconfortados con el desayuno, cada uno de nosotros nos dedicamos a las distintas labores y funciones de la vida diaria: guardias, cocina, descanso, comunicaciones, etc.

Pepo monta la caña de pescar que hasta el momento no ha tenido ningún éxito en esta travesía. Pasados apenas unos instantes, los que nos encontramos en la bañera percibimos el ruido crujiente del carrete de sedal. Alborozo general, ha picado un pez y se inicia la maniobra para cobrar la preciada presa. Pepo recoge pausadamente el hilo y el pez, a pesar de su lucha, se va acercando al barco. Es un dorado de buen tamaño y excelente aspecto y vistosidad. Costados de color oro, que le da nombre, lomos grises con abundantes puntos azules y una cresta continuada de cabeza a cola le otorgan una belleza innegable. Se procede a su pesado y alcanza casi los 5 kilos, perfecto para alimentar a la tripulación un par de días. Una vez limpio y troceado se refrigera para su cocinado al día siguiente.

El feliz acontecimiento ha ocupado gran parte de la mañana, que avanza con temperatura más agradable. Las nubes permiten ver el sol entrecortadamente.

La travesía será larga y el agua dulce que llevamos almacenada se debe consumir con moderación, así que la tripulación asume la conveniencia de proceder al aseo personal con agua de mar y así se inicia el proceso de ducha de casi todos los miembros con la manguera de agua salada, reconfortante y fresquita.

La hora de la comida se acerca y, preparada la mesa, Chemi nos presenta un roastbeef de carne de vacuno, con puré de patata y pimientos del piquillo. La tripulación entusiasta se dispone a dar buena cuenta de las exquisitas viandas y felicita al cocinero por tan excelente almuerzo, que no desmerecería al de otros ámbitos más sofisticados.

Sin duda uno de los puntos fuertes de esta tripulación son sus cocineros: Chemi, Arantza y Eduardo consiguen que las iniciales intenciones de algunos de los tripulantes de aprovechar la larga travesía para aligerar sus cuerpos, se vayan al traste. Las distintas elaboraciones son de innegable calidad, en la cantidad adecuada y de dieta bien equilibrada.

La tarde transcurre con sopor y reposo. La luz se atenúa y la noche no tarda en caer, no sin antes ofrecernos un ocaso espectacular. Son las 18:30 horas. Las jornadas se dividen a partes iguales entre la noche y el día, amanece pronto y anochece igualmente.

La charla se aviva en la bañera, se contrastan y confrontan opiniones diversas sobre los más variados temas, que a todos nos enriquecen. La hora de la cena se acerca y con ella las distintas actividades de día finalizan. Las guardias nocturnas se suceden y cada uno se organiza el descanso según las horas que le correspondan de vigilia.

Son las 22:00 horas. Navegamos en torno a los 9 nudos, viento constante de sureste, rumbo 289º

Océano Pacífico. Latitud 00º14 S y Longitud 095º16 O.

Luis Fouz