Recuperando el ritmo

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2021/11/1

Hoy seguimos recuperando entradas del Pros del mes de septiembre, que han llegado con retraso, por otras urgencias. Esperamos ponernos al día poco a poco

Domingo 26 de septiembre.

Una vez más, amanece brumoso y, esta vez, con una ligera llovizna. Las guardias han sido tranquilas y sin más tráfico que un par de mercantes que se han cruzado con nosotros.
Al despertar para mi guardia, el silencio es absoluto ¿estamos parados? Desde hace ya unas horas, el viento se mantiene constante en velocidad (8-9 nudos) y dirección (SSE) y el mar es un espejo sin ola alguna. Como consecuencia, navegamos en absoluta tranquilidad: el génova y la mesana cumplen su función sin desfallecer, pues no hay bamboleos y las velas no se desventan en molestos gualdrapazos, las drizas no golpean los palos y las escotas permanecen estáticas. Desde la bañera apenas se escucha el agua deslizarse bajo el casco. El Pros parece flotar en el aire, desplazándose a 4,5-5 nudos. El piloto automático cumple su función sin fatiga alguna y, a falta de mejor ocupación, la tripulación charla animadamente mientras contempla a centenares de delfines cruzarse en sentido contrario. Sin duda, Magallanes experimentó estas sensaciones tan placenteras cuando decidió cambiar de nombre al hasta entonces conocido como Mar del Sur. Ojalá dure.

José Solá



Lunes 27 de setiembre

Nuevo día gris, frío y de clima desapacible. Se nos había asegurado que, superada la latitud de Trujillo, los días soleados y cálidos serían una constante. Pues no está siendo así, el sol sigue esquivo para estas tierras. Habría que complementar la solemne frase de que “en el Imperio español nunca se ponía el sol” con otra que dijera algo así como “pero en el virreinato nunca salía” …

Jose Solá

Martes 28 de setiembre

Anochece y sorpresivamente aparecen las estrellas. Por fin. Si durante nuestra estancia en La Punta el sol ha sido esquivo, hasta hoy no habíamos tenido oportunidad de verlas. Hoy, en una noche oscura, pero con el firmamento trufado de estrellas, los tripulantes se afanan en desentrañar el desconocido firmamento e identificar las constelaciones y sus estrellas, absolutamente inéditas para los que habitamos en el otro hemisferio …
Fatigados ya de tanto bamboleo y preocupados por los gualdrapazos de las velas, en el cambio de turno de guardia decidimos arrancar el motor, algo que sólo habíamos hecho brevemente para la infausta maniobra de arriado de mayor por el tropiezo del amantillo con la roldana del backstay. Recogemos génova y mesana a la vía. Dormimos más tranquilos.

José Solá

Miércoles 29 de septiembre se 2021

La noche ha sido relativamente tranquila, hasta el turno de guardia de las 4:00 a.m. Tremendo susto entonces. Al obligado slalom entre las decenas de ruinas de plataformas que existen en esta zona, varias de ellas sin iluminación que las señale, aunque afortunadamente bien marcadas en las cartas, se une un nuevo y serio inconveniente: tratar de detectar los pequeños barcos de pesca que pululan en multitud por estas aguas y que, sin luz alguna, se cruzan en nuestra derrota. La primera señal aparece en forma de pequeña luz que, con rápidas oscilaciones, surge a no mas de cinco esloras por nuestra proa. Juan Carlos, sorprendido, cae rápidamente a estribor, para ver en seguida pasar por babor un pequeño velero con, suponemos, un asustado individuo en su interior. Sorpresa y sobresalto, a partir de ahora hay que extremar la vigilancia. El amanecer nos descubre que no se trata de un caso aislado, sino que son muchas las pequeñas embarcaciones de vela que se aventuran a 15
millas de la costa en busca del pescado, su sustento. Se trata pequeños botes de madera con vela latina, con el casco pintado en vivos colores y provistos de un pequeño motor fueraborda con el que pescan al curricán.
El día ha amanecido radiante. Por fin el sol. Pensaba que no lo veríamos hasta que saliéramos del Perú. La temperatura también ha subido y la proximidad del ecuador empieza a notarse. Apagamos el motor y navegamos a vela.
Hoy es el día de las ballenas. En un intervalo de 40 minutos, las hemos visto en tres ocasiones, la última pasando a menos de 10m de nuestra banda de babor. Una de ellas nos ha mostrado todo el lomo y ha tenido el detalle de saludarnos con un aletazo al sumergirse. Veremos bastante más. La carta ya anunciaba que entre julio y octubre se debe de estar atento, pues es la temporada en la que bajan hacia el sur las ballenas jorobadas.
Seguimos sin apenas comunicación con nuestros compañeros del Equipo de Tierra. La varada en Puerto Lucía para hacer antifouling está contratada, pero no sabemos si nos van a dejar bajar a tierra, pues según nuestro agente está prohibido el descenso de los tripulantes que lleguen por barco … Veremos
Verdaderamente el día es magnífico. Al final todos los esfuerzos merecen la pena para poder disfrutar de una navegación tan satisfactoria como la de hoy.
A las 15:25 hora local, alcanzamos la latitud de 3º25’S, la misma a la que se encuentra la caleta La Cruz, casi en la frontera con Ecuador, lugar en el que desembarcó Pizarro en 1536, con los 13 de la Isla del Gallo, viniendo de Panamá para la conquista del Perú. En ese lugar, plantaría una cruz, lo que hoy da nombre al lugar. Charles F. Lummis lo describe como “Después de navegar veinte días, entraron en el Golfo de Guayaquil (Ecuador), y anclaron en la bahía de Túmbez. Delante de ellos vieron una gran ciudad india con casas permanentes. La bahía azul estiba salpicada de balsas con velas indias, y en las lejanías del fondo veían elevarse los gigantescos picos de los Andes. Podemos imaginarnos la impresión que debió causar a los españoles la primera vista de aquellas montañas, que tenían más de veinte mil pies ingleses de altura” Se iniciaba allí la gran gesta de la conquista del Perú.

José Solá