2021/03/28
Los austrias españoles debieron prestar atención a múltiples frentes. Ya nos hemos referido en estas páginas a la permanente rivalidad con Francia por el control de Europa, a las consecuencias de la rebelión de los Países Bajos holandeses y a las implicaciones no sólo religiosas sino políticas de la reforma luterana. Todos estos frentes de atención originaron tensiones permanentes, plasmados muchas veces en guerras, seguidas de acuerdos diplomáticos de incierta duración.
Por supuesto, el descubrimiento de las Indias y sus dilatadas consecuencias económicas, comerciales y políticas acrecentaría estos problemas así como la capacidad de los monarcas hispanos para prestar atención simultánea a todos ellos. Inglaterra, después de Enrique VIII, bajo la reina Isabel I, se convirtiría en un rival decisivo, que disputaría en las décadas siguientes la supremacía naval a las armadas españolas.
Y, para completar el marco, en el mediterráneo adquiría un poder creciente el Imperio Otomano, asentado en Estambul desde 1453, cuya extensión territorial había alcanzado su máxima expresión con Solimán el Magnífico.
Para poder comprender el origen y significación de hechos singulares de nuestra historia como la Batalla de Lepanto (1571) o el fracaso de la Gran Armada (1588), hemos de referirnos, primero, a la historia del Imperio turco y, en entregas posteriores, a los tiempos de Isabel I de Inglaterra.
Ramon Arau Latre, escritor, aborda el apogeo del imperio y Julio Gil Pecharromán, profesor de Historia Contemporánea en la UNED, desarrolla las fases de su ocaso. Completan el análisis, Mercé Viladrich, Doctora en historia, que nos ilustra sobre la economía y la sociedad del imperio turco y Juan Vernet, de la Real Academia de la Historia, que lo hace en torno a su literatura.