2023/01/26
Los primero años del siglo XX son convulsos para España por distintas razones. La restauración canovista se había topado con las consecuencias derivadas de la pérdida de las colonias en el Desastre del 98. Sus duraderos efectos en la conciencia nacional ya han sido analizados anteriormente. Pero la evolución económica social y política siguió su curso en un clima de relevantes cambios sociales, no siempre debidamente acompañados de las necesarias adaptaciones institucionales. Puesto que el partido liberal gobernaba durante la guerra con los EE.UU. y debió firmar el humillante tratado con que se cerró pérdida de las colonias ultramarinas, la reestructuración nacional empezó a hacerse sobre bases distintas de las que habían inspirado a Cánovas veinticinco años antes. En 1899 Francisco Silvela encabezó una regeneración que pronto se identificó con la iglesia católica, situada en el centro del escenario político. El marqués de Pidal, eximio representante de lo católico, por no decir vaticanista, se encargó de la pieza clave de la política clerical, la enseñanza. Pero no faltaron sectores liberales que, encabezados por Canalejas, enarbolaron durante esa década la bandera del anticlericalismo, principalmente a través de la propuesta de una Ley de Asociaciones que pusiera bajo control las finanzas y las actívidades de las órdenes religiosas. Estos dos enfoques, representados por el partido conservador – primero con Silvela y luego con Maura –y el partido liberal, se darían cita en el debate político de la época, en el que el clericalismo y su opuesto, el anticlericalismo, encontrarían amplia acogida. Lamentablemente, su expresión en la Semana Trágica de Barcelona de 1909, no pudo ser más contundente. Y un movimiento que surgió de una protesta popular contra la política colonial y militar del gobierno, en medio de la indignación obrera por una crisis economica, derivó de modo casi exclusivo en contra de la Iglesia en forma de quema de conventos e instituciones ligadas al clero.
Embarque de tropas que estuvo en el origen de los hechos de la Semana Trágica
Quema de conventos y otros edificios
Francisco Ferrer i Guardia
Los hechos dieron lugar al famoso proceso de Francisco Ferrer Guardia, un pedagogo anarquista y librepensador, promotor de la Escuela Moderna, acusado de ser el cabeza e instigador de los desmanes producidos en julio de 1909 y condenado a muerte en consejo de guerra. Su proceso y ejecución levantó una generalizada protesta en España, Europa y América, que acabo provocando la caída del gobierno Maura. Todos los estudios coinciden en que Ferrer Guardia no tuvo relación con los hechos, pero que una serie de instituciones interesadas lo escogieron como chivo expiatorio para que los tribunales militares lo acusaran y condenasen sin pruebas