Miercoles 24 de noviembre
En torno a las 05:45 HRB comienza a alborear. Las primeras tenues luces van tiñendo de colores el espectro visual. Azules, naranjas, lilas, grises, etc., que adornan el cielo contrastan con la opacidad oscura del océano. A las 06:20 HRB amanece. Las nubes filtran a trazos, cual rejilla de caldera, los incandescentes rayos solares, que paulatinamente van iluminando la bóveda celeste y diluyen poco a poco las vaporosas nubes como si de azucarillos en agua se tratase. El mar va tornando al color azul profundo y en su movimiento refleja destellos de luz como trozos de espejo en movimiento.
Sin duda, el inicio del día y el ocaso son los momentos más espectaculares de la jornada por su belleza e infinita variedad y atrapan nuestra atención durante largo tiempo como prisioneros de un encantamiento mágico.
El día avanza y la navegación es buena y rápida. A diferencia de algunos días pasados, el viento ESE en torno a 16 nudos es constante y nos permite un rumbo perfecto hacia nuestro primer objetivo en tierra, la isla de Nuku Hiva.
Se inician las distintas tareas por parte de la tripulación. Entre ellas cabe destacar muy notablemente el éxito extraordinario de Juan Carlos al ser capaz de volver a poner en funcionamiento el motor del baño de proa. Han sido días de trabajo con incansable tesón, habilidad e inteligencia, al comprender el sistema de funcionamiento y saber cómo repararlo. La humildad del objeto no desmerece la importancia que representa para la comodidad de la tripulación.
Pero si ha habido una de cal no podía faltar otra de arena. Así se puede considerar la inusitada pérdida de dos piezas importantes de pesca. Inexplicable que ambas se hayan zafado por la rotura del aparejo. No hay rendición, reparado este se vuelve a lanzar nuevo cebo.
Después del almuerzo, como es habitual también en otras horas del día, se inicia una agradable charla. Son momentos en los que habitualmente estamos presentes los siete tripulantes. Los temas que surgen son muy variados, unas veces relacionados con las actividades profesionales de alguno de nosotros, otras con viajes, historia, en especial de los españoles por el Pacífico, etc., que nos ofrecen a los demás conocimientos muy apreciados por su relevancia o curiosidad. En ocasiones se refieren a asuntos generales de política, sociedad, economía, etc. donde cada cual aporta los matices oportunos a la manera de ver de los demás. En cualquier caso, son momentos muy agradables e interesantes que nos informan y deleitan por igual.
El día avanza y nos acerca poco a poco a nuestro destino, los días de navegación se acumulan y el deseo de arribar a puerto va aumentando. Un aspecto que a todos nos ha sorprendido en esta travesía ha sido la soledad en la que nos hemos encontrado. Apenas en tantos días de navegación hemos divisado dos o tres embarcaciones. Y hemos recorrido muchas millas náuticas, sin duda. Pero también hemos notado otras ausencias. La fauna marina tan abundante y generosa que hemos contemplado en otras latitudes en este fondo del océano Pacífico no se prodiga. Se podría decir que estamos atravesando un desierto inmenso de agua.
La noche se nos echa encima y el cielo estrellado se convierte en objeto de observación identificando planetas, estrellas, constelaciones. En medio del océano sin ninguna luz artificial que contamine la bóveda celeste la visión del cielo es privilegiada.
Son las 22:00 HRB. Unos se disponen a descansar y otros inician la guardia que finalizará a la una de la madrugada.
Océano Pacífico 05º 35´S 133º 28´W
Luis Fouz