Día 24 de marzo
22 de marzo. Exactamente hoy, hace 504 años, Carlos I y Magallanes firmaban en Valladolid las Capitulaciones por las que se le facultaba a este último la formación de una flota para dirigirse al Maluco por el oeste. Fue entonces cuando todo comenzó. Sin ese episodio, Magallanes no hubiera emprendido su expedición y con toda probabilidad nosotros no estaríamos hoy aquí.
Cuesta imaginar la auténtica magnitud de este océano Pacífico. Navegamos por el otrora Lago Español experimentando la enormidad de este océano, que, durante siglos, retaba a los marinos que osaban adentrarse en él. A pesar de ello fueron cuantiosas las expediciones organizadas por la corona española, que abrirían así las vías por las que habrían de transitar las flotas de posteriores imperios, imperios que reescribirían la historia a su manera.
Desde que abandonamos las aguas territoriales francesas, dejando atrás el atolón de Manuae, no hemos observado más signos de vida que algunos volátiles, incluyendo el pez volador que casi aterriza en la barriga de Diego, y la barracuda que atrapamos pero que devolvimos al agua por el mayoritario escrúpulo que nos produce el final de Loaisa y de Elcano con la maligna ciguatera.
Ahora dejamos al sur las islas Cook, cuna del pueblo maorí, un estado independiente asociado a Nueva Zelanda. Lástima que los objetivos de nuestra expedición no nos permitan dedicarle algo más de tiempo a disfrutar de estos lugares, auténticos paraísos para la navegación, si la meteorología es propicia.
La luna empieza a asomar por el este. A diferencia del sol, que siempre aparece tras un prolongado crepúsculo, la luna irrumpe sin anunciarse. Y cuando esa absoluta y lúgubre oscuridad nocturna del océano es desgarrada por la aparición de la luna, un sentimiento de sosiego y alivio embarga a la tripulación de guardia. Pero sigue sin haber nada a nuestro alrededor.
Esta noche Venus está especialmente brillante. A su lado Marte parece una pequeña luciérnaga. No sorprende que Cook utilizara la observación del tránsito de Venus como justificación para el patrocinio de sus expediciones por estos lugares.
Amanece. El día empieza de nuevo. En el interior se escucha ya el inicio de una frenética actividad. Los aromas del café y del pan recién hecho, con el que todas las mañanas nos obsequian Juanma y Javier, nuestros panaderos oficiales, alcanza la bañera … A desayunar.
Pepe Solá