24 de febrero de 2020

MiriamNoticias desde el PROS

 24 de Febrero 2020.

Navegando por el Pacífico.

¿Quién tuvo la ocurrencia de ponerle ese nombre?. De día tenemos una ola amplia y tendida y bastante buen viento, quizás un poquito menos de lo que a mi aguerrida “tripu” le gustaría, pero que nos permite hacer en el entorno de seis nudos. Pero por la noche…, por la noche le sale el lado rebelde y un mar de fondo agota inmisericorde el camarote.

La depuradora, recién montada, ha decidido dejar de funcionar, pese a ello, la limpieza de la cocina está garantizada porque el ingenio de los chicos ha propiciado una toma de agua salada. Qué placer es ver salir un rico chorro, no el hilillo de agua dulce, que más que limpiar, distribuía la grasa de manera uniforme.

Desgraciadamente, el tema de las duchas se ha restringido bastante, sólo Diego sale cada mañana con un look impecable, como dice Alberto, nos tiene que pasar el estilista. Uno aprende a añorar y valorar las cosas sencillas.

El tiempo pasa rápido, dos guardias de tres horas ya suponen casi una jornada laboral. Las nocturnas, sobre todo las centrales, invitan a siestas con los más variados horarios, además, el barco de día navegando a vela, acuna e invita a desplomarse en las más variadas poses. No puedo resistirme a inmortalizar algunas, que pasaran a la documentación privada de la etapa.

Las comidas son el punto de reunión, en el que no falta nadie, se prolongan en estupendas tertulias. Juanma, de tanto en tanto, nos obsequia con producciones Eguiagaray. Otras películas más convencionales, se ven antes de acostarse.

De vez en cuando, Javier, nuestro oteador particular, da el grito de guerra y todos, cámara en ristre nos precipitamos a la borda.

Siempre hay algo que hacer, en mi caso más, porque lo tengo todo por aprender, solapo el leer mis apuntes del PER con tímidas preguntas a unos y otros.

Pues no os equivocáis; está siendo una magnífica experiencia que repetiré sin dudar.

Friqui