Vodka con hielo. El desastre ecológico del Exxon Valdez

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2021/07/14

Hay muchas razones para dudar de la idoneidad para el manejo de vehículos de los adictos a las bebidas alcohólicas. Cuando sólo conducen patinetes y no transportan otra carga que la propia, los riesgos son limitados, aunque a veces se producen graves daños en las personas. Sin embargo, al pasar de un vehículo  movido a base de piernas a una nave propulsada por la potencia de motores de milles de caballos de vapor y cargado de petróleo hasta las trancas,  los riesgos se disparan vertiginosamente, tanto para los responsables de su gobierno como para el resto de la humanidad. Es sabiduría convencional y signo de prudencia elemental, aconsejar vigorosamente  que  las personas al mando de estas naves se abstengan de beber. Pero no parece que una conducta tan básica como deseable haya sido de general aplicación, ni siquiera en los gigantescos petroleros destinados al transporte de crudo desde Alaska.

La conocida tragedia del Exxon Valdez, ocurrida la noche del 23 al 24 de marzo de 1989,  arroja bastantes sombras sobre la responsabilidad de su capitán en la embarrancada que devastó las costas de Alaska. Seguramente sus aficiones etílicas no fueron la única causa, tal vez ni siquiera la principal,  del desastre ecológico originado. Pero ello no impediría que el capitán J. Hazelwood fuera conocido en el mundo, mucho más por esa querencia que por cualquier otra circunstancia, conducta o merecimiento.

El relato de la tragedia, de su gestación y de sus consecuencias ha sido elaborado por Luis Jar Torre, marino y destacado especialista en accidentes marítimos, para la revista “Prácticos de Puerto” en el articulo: VODKA CON HIELO, que hoy ofrecemos a los lectores.