Piratas (9): Otro pirata, esta vez escocés: el Capitán Kidd y la Isla del Tesoro

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2021/02/10

Sabemos por la historia  que piratas ha habido muchos, en todas las épocas. Y cada día, en nuestra vida cotidiana,  conocemos más historias de auténticos piratas –si definimos a estos  por sus expeditivos medios para enriquecerse, su desprecio del prójimo y  su vida depravada–  que, sin embargo,  no han pisado un barco en su vida y ejercen este viejo oficio sin velas ni salitre, adoptando con frecuencia una apariencia respetable. Claro que esos son piratas modernos o, mejor, posmodernos, para reservar a aquella época de la historia lo que  legítimamente le corresponde, sin confusión posible.

Uno de los modernos, allá por el siglo  XVII, es el Capitán Kidd, un tipo que se convirtió en famoso  gracias, principalmente, a que inspiró una de las novelas más leídas de la literatura universal: La Isla del Tesoro, de Robert Louis Stevenson. Sin lugar a dudas, una de esas obras sin cuya lectura apenas es concebible una existencia soñadora, mucho menos una vida de marino, ni siquiera de agua dulce.

Nacido en Dundee (Escocia) alrededor de 1655, William Kidd, hijo de marino, se ganó la atención de los ciudadanos de Inglaterra cuando, después de un juicio  celebrado en Londres en 1701 fue condenado por pirata y colgado a orillas del Támesis, donde quedó expuesto durante tres años como mensaje de escarmiento.

Pero sus primeras andanzas transcurren, principalmente, en América. En 1689, cuando era miembro de la tripulación de un barco franco-inglés que navegaba por el Caribe, la tripulación se amotinó. Kidd se convirtió en el nuevo capitán del navío y rebautizó al barco como Blessed William. En la isla de Nieves, una colonia inglesa en las Antillas, se puso al servicio del gobernador para defender la isla de ataques franceses. Por toda paga obtuvo la autorización para apoderarse de bienes franceses, por lo que atacó la isla de Marigalante, cerca de Guadalupe, en su desempeño como corsario.  Una actividad que ya no abandonó nunca desde la guerra de los nueve años (1699-1697) entre Francia y la Liga de Augsburgo.

Como una cosa llevó a la otra, le vemos más tarde al servicio del gobernador de Nueva York, quien le solicita no sólo la continuidad de su actividad de corso contra los franceses sino también la captura de piratas en sus costas. Al parecer, el propio rey Guillermo III de Inglaterra le otorgó una patente de corso para este trabajo, lo que llevaba aparejado un nuevo barco, el  Adventure Galley

Instalado más tarde en Nueva York, en 1691, Kidd  se casó con Sarah Bradley Cox Oort, una joven  inglesa,  tenida por una de las mujeres más ricas de la ciudad.

En aguas del  Océano Indico, en  1696,  un tercio de su tripulación murió en las Comores por una  epidemia de cólera, y sin conseguir renovar la tripulación en Madagascar, se dirigió  hacia el estrecho de Bab el-Mandeb , entre el Mar Rojo y el  Golfo de Adén.  Los informes de un capitán  de la Compañía Británica de las Indias Orientales le acusaron  de haber atacado un convoy del Imperio mogol, en un claro acto de piratería que, por cierto, fue repelido. 

Con el tiempo, Kidd se ganó fama de capitán cruel y despiadado debido a los duros castigos que infligía a sus hombres, lo que propició diversos conatos de amotinamiento y numerosas deserciones. Los actos de crueldad pronto se propalaron por testigos y prisioneros, amplificando también los rumores sobre su relación con la piratería.  

El hecho decisivo para su futuro tuvo lugar en 1698, cuando Kidd capturó un barco armenio llamado Quedagh Merchant, cerca de la ciudad india de Cochín. El caso es que el capitán era inglés, aunque su documentación y bandera eran francesas.  Ante esta situación, la tripulación quiso quedarse con la presa, con el argumento de la  legalidad  de la captura por la condición francesa del barco.  Para mantener el control de la nave, Kidd  aceptó  la posición de la tripulación. Pero cuando los hechos trascendieron y la noticia llegó a Inglaterra, sirvió de chispa para la encendida mecha de sus atribuidas actuaciones como pirata. Ya no podría salvarse.

De regreso a Nueva York, enterado de que se le buscaba por piratería, escondió sus riquezas en la Isla Gardiners, situada en el condado de Suffolk en el estado de Nueva York. Nunca podría volver en pos de su tesoro.  Lo que alimentó la fértil imaginación de R.L Stevenson,  quien se hizo eco de la leyenda de William Kidd en su mencionado libro. En un intento desesperado de salvar su vida, Kidd llegó a escribir al portavoz de la Cámara de los Comunes del Parlamento inglés prometiéndole revelar la situación de una parte de sus riquezas, por valor de cien mil libras, a cambio de que no le ejecutaran. No aceptaron la “generosa oferta” de Kidd y el pirata tuvo que afrontar su suerte en el patíbulo. Pero la leyenda del tesoro de Kidd no sólo inspiraría famosas novelas. Muchas buscadores de tesoros trataron de seguir su pista.

Conducido a Boston con engaños y promesas de clemencia, fue luego trasladado a Londres donde acabaría sus días en la horca condenado por piratería y por el  asesinato de un tripulante. Para colmo, la cuerda se rompió y tuvo que ser colgado de nuevo.

Por si lo dicho fuera poco para alimentar su leyenda, en 2007 unos buceadores encontraron en Republica Dominicana, a poca profundidad, los restos de lo que resultó ser el Quedagh Merchant,  barco apresado por Kidd que le llevó al patíbulo.

Ch. Laughton interpretó al capitán Kidd en la películas Capitán Kidd (1945) dirigida por Rowland V. Lee

Con información de:

National Geographic: El final del capitán kidd, el temido pirata inglés

Ser Historia (30/6/2019):  El Capitan Kidd

Wikipedia: William Kidd 

The Wreck of the Quedagh Merchant