Día 8 de marzo
Llegados en vuelos y días distintos, 7 de los 8 integrantes de la tripulación llevamos ya algunos días de convivencia y trabajo en la preparación del barco. Bernardo Negueruela, el octavo tripulante, llegará mañana, a punto para el inicio del viaje que, de no haber retrasos, tendrá lugar el día 9. Claro que todo puede cambiar, a pesar de nuestro esfuerzo por mantener las previsiones. Me explico: varios de los suministros y tareas encomendadas a proveedores externos no se han producido todavía y algunos son críticos para mejorar el confort a bordo. Otras circunstancias dependen del trabajo realizado por la tripulación y esas, en su mayoría, están culminadas. Me refiero al barnizado, limpieza y pequeños arreglos en algunos equipos. No obstante, aún queda por confirmar que podemos sustituir el motor del dingy -averiado en las islas Marquesas y que en esta isla no han sido capaces de reparar por falta de las oportunas piezas de sustitución-, por otro similar en buen uso a cambio del nuestro. No parece que debamos salir a la mar sin dotarnos de este motor para embarcación auxiliar. La anterior tripulación ya remó bastante por este motivo y no tenemos ningún empeño en superar sus meritorios, aunque sudorosos, récords.
Por lo demás, las previsiones meteorológicas son buenas por el momento sin riesgos a la vista, a juicio de nuestra Comisión de Méteo que vigila constantemente las perspectivas de la zona. Sin embargo, es sabido que todo puede cambiar rápidamente en estas latitudes, por lo que no damos nada por cierto hasta que se produce.
La relación establecida entre los tripulantes no puede ser mejor. Nuestro capitán, Ricardo Teigell, se gana a diario los galones con su buena disposición y su afanosa dedicación a todos los menesteres: mecánica, jarcia, barnizado y cocina. Sin olvidar la participación activa en todas las tertulias, que ya se empiezan a animar. Como era de prever ya hemos despellejado varias veces a Putin y a su maldita guerra. Pero desgraciadamente, no parece que el tema vaya a acabarse ni que vayan a faltarnos nuevos argumentos para insistir a diario en los mismos juicios.
Mientras esperamos el cumplimiento de las condiciones de salida, acumulamos ilusión para deslizarnos por estos Mares del Sur tantas veces imaginados desde las lecturas juveniles de libros de piratas y otras tantas soñados desde el conocimiento adulto de su historia y su belleza. No nos impulsa, como a Alvaro de Mendaña, la búsqueda de las islas del Rey Salomón, mucho menos la de riquezas o almas que conquistar. De acuerdo con los fundamentos de la expedición, aspiramos tan solo a poder explicar, a quien nos preste atención, que hace quinientos años, otros españoles surcaron las aguas de Pacífico, tratando de encontrar un lazo de unión entre todas las tierras y los pueblos del planeta. Y, para fortuna de todos, lo lograron abriendo un nuevo período en la historia de la humanidad.
Juan Manuel Eguiagaray