Nuestra historia: Carlos III (48)

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2021/07/07

Posiblemente uno de los monarcas más populares, Carlos III ha sido también  uno de los que ha disfrutado de un reinado más extenso. Veinticinco años reinó en Italia y veintinueve en España, entre 1759 y 1788, en vísperas ya de la inminente Revolución francesa. Un monarca absoluto, como lo eran los de su época que, sin embargo, ha pasado a la historia  con un titulo dulcificado, merced a su carácter y sus realizaciones, como representante del despotismo ilustrado. Y ciertamente su largo reinado es una época de importantes y trascendentes reformas que elevan la condición del país, sin que por ello haya de calificarse de audaz el reformismo de Carlos III. En realidad, la Ilustración se abrió paso en España muy poco a poco y no sin vencer muchos obstáculos. Al término de su reinados algunas instituciones tradicionales que expresaban el atraso del país, seguían vivas, pero se hallaban ya muy debilitadas por el paso del tiempo y por las políticas reformadoras de Carlos III y sus ministros. Es el caso de la Inquisición, La Mesta, los mayorazgos, los gremios y una buena parte de lo que se conocería como Antiguo Régimen.

En el período de la Ilustración europea hubo países en los que los reyes desempeñaron un papel  motor importante en materia de reformas. Es el caso de Federico de Prusia y Jose II de Austria. En Francia e Inglaterra, por el contrario, la timidez de los reyes se ve desbordada por la audacia de los intelectuales que inspiran  las ideas dominantes. A Carlos III, de talante pacifico y más dado a la calma y la rutina que a las grandes alteraciones de la vida, hay que situarlo seguramente en una posición intermedia. Es verdad que se dotó de notables ministros, en los que delegó buena parte de su amplio poder político,  y que desarrollaron un notable programa reformista.

En esa tarea  recibió  la influencia de intelectuales reformistas como Gaspar Melchor de Jovellanos, que formó parte del Consejo de Ordenes Militares.  Nombres de amplia resonancia histórica como el Conde Aranda, Campomanes o el Conde de Floridabanca, al frente del Consejo de Castilla, sucedieron a Esquilache y Grimaldi en la orientación central de la política del reinado. Un impulso que decayó en la ultima parte del mismo, tras el honorable destierro de  Floridablanca a la Embajada en París y su sustitución por Ventura Figueroa, de quien alguien ha dicho que era cualquier cosa menos un ilustrado. Como si las circunstancias de la época y el cansancio del monarca, hubieran determinado un cambio de tono y una orientación más conservadora respecto de la política de los años anteriores.

Desgraciadamente, el impulso que el conjunto de su reinado significó para España no tuvo continuidad con su sucesor Carlos IV. Los cambios vendrían después de modo abrupto, en el marco de la guerra contra la invasión napoleónica y con la propagación de las ideas liberales.

La entrada de hoy lleva las firmas de Antonio Domínguez Ortiz, de la Real Academia de la Historia (fallecido en 2003), Pere Molas Ribalta, Catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Barcelona y Carlos Gomez-Centurión, Profesor de Historia Moderna de la Universidad Complutense de Madrid (fallecido en 2011).

La España de Carlos III