2021/06/05
Antes de continuar con nuestro relato secuencial de la historia de España, es preciso hacer un desvío hacia Francia, el vecino país, para entender el nuestro. En realidad, la historia de Francia y la nuestra se pueden contar separadamente y, con frecuencia, así se hace, pero, de ese modo, se entienden bastante mal la una y la otra, al menos en algunas etapas en que se hallan completamente entrelazadas.
Cuando en España nos aproximamos ya al cambio de los Austrias por los Borbones, resulta imperioso enmarcar tal proceso en la pugna por la hegemonía en Europa. Francia, con Luis XIV, había vuelto a ocupar en Europa el lugar central que la monarquía hispánica le había disputado y arrebatado durante el reinado de los Austrias. Pero concluido el reinado de Felipe IV, la creciente debilidad española, muy visible durante la regencia de Carlos II, había animado al monarca francés a disputar los territorios españoles de los Países Bajos (Guerra de la Devolución). Más más tarde se enfrentaría también a buena parte de la Europa coaligada en la Liga de Augsburgo, en una prolongada guerra, culminada con la firma de varios tratados, que establecen las bases de un nuevo orden europeo, provisional, como siempre.
En el comienzo de este nuevo orden era crucial para las potencias relevantes impedir que la sucesión al trono de España diera lugar a un renovado poder hegemónico en Europa, ya fuera imperial con protagonismo de los Austrias, o francés por la vía de los Borbones. El éxito de Luis XIV en inclinar la sucesión de Carlos II en favor de su nieto Felipe abriría, tras la larga guerra de sucesión, un conflicto europeo en toda regla, el inicio de la dinastía de los Borbones en el trono de España.
El texto que hoy ofrecemos se debe a Carlos Gómez-Centurión Jiménez, Profesor de Historia Moderna de la Universidad Complutense de Madrid