Noticias desde el Pros, día 2 de abril

Emma OlazabalActividades, Noticias desde el PROS, Novedades

Día 3 de abril

Nuestros amables lectores pueden haberse hecho una imagen equivocada del estado de ánimo de los tripulantes del Pros, si repasan todas las cosas que llevamos escritas a modo de crónica desde nuestra llegada a Papeete. Es posible, por ejemplo, que pesen en su memoria los efectos derivados del retraso experimentado en las salidas tanto de Papeete como de Bora Bora, al que habría que sumar el acumulado en los inacabables días de calma hallados en estas latitudes. Sí, son muchos días de retraso sobre las previsiones iniciales, lo sabemos. Puede ser, también, que otros seguidores de estas modestas líneas hayan puesto su atención en la dimensión más marinera de la etapa, la que se ha visto condicionada por los frecuentes chubascos que nos han acompañado, debidamente cortejados por fuertes ráfagas de viento rolante, que era preciso manejar a la caña, para dar descanso al piloto automático.

Y habrá, por fin, quienes se hayan visto sorprendidos (como nosotros mismos) por el espacio dedicado en los diferentes relatos producidos a la introspección individual y colectiva, a la evocación de sentimientos y sensaciones, a la generación de referencias y metáforas con las que aliviar y comunicar nuestras muchas emociones. En realidad, más que hechos concretos – de indudable interés, sin duda– son las emociones las que desbordan cada línea de nuestros relatos, empeñadas en hacerse un hueco para poder desplegarse por el mundo y compartirlas con los lectores.

No es sencillo resumir o condensar en palabras el fresco que, entre todos, seguimos pintando sobre las paredes de Agnyee con nuestras crónicas. Ni falta que hace. Probablemente, sería una tontería intentarlo. Y, desde luego, resultaría en un manifiesto empobrecimiento de las expresiones, que nos hubiera impedido disfrutar de las intimistas exaltaciones líricas del capitán, de los chispeantes versos de Javier, las ajustadas descripciones náuticas de Diego, la espontánea naturalidad de África, el gusto por la vida que rezuman las palabras de Bernardo, las asiduas referencias históricas de los textos de Pepe y el inconfundible estilo “azul Bilbao” de los relatos de José Ignacio. ¿Puede haber, acaso, más variedad de estilos y contenidos?

Imagino que, si los lectores repasan los textos anteriores, encontrarán algo de todo esto y mucho más. Esperamos de su benevolencia no lo juzguen del todo disparatado. Con toda probabilidad, tras escarbar bien entre la confusión de voces y acentos, llegarán a percibir el sonido diáfano de unas voces más afinadas de lo que los textos dan a entender que, al sonar al unísono, proyectan una misma melodía, compuesta de notas de cordialidad y templanza, unas hierbas de esfuerzo solidario, algunas gotas de ilusión y abundantes dosis de convicción en el proyecto que comparten.

Nos queda ya poco para llegar a Fiyi, apenas unos días. Pero nos hemos acostumbrado tanto a esta intensa forma de vivir que, a pesar de la natural impaciencia por la llegada, nos sentimos capaces de prolongar nuestra estancia en el mar los días que sean necesarios. Sólo una idea nos perturba, cuando consideramos el futuro inmediato. La inmensidad de estas aguas desiertas por las que navegamos, en ningún caso nos ha producido la sensación de una amenaza. Ni siquiera en los momentos en que el viento ululaba por la proa y se colaba con fuerza en el refugio de la bañera. Una calma servía de descanso del último chubasco sufrido y actuaba como ungüento suavizante para prevenir el próximo, que ya se cernía por el horizonte. Esta es nuestra experiencia, magnífica y seguramente irrepetible. Por esta razón, no quisiéramos ampliar sin límites el crédito que el Pacífico nos ha concedido abusando de su paciencia. Ya se sabe que los dioses dormidos se desperezan con gestos poco sosegados. Es hora de llegar.

Pensamos con frecuencia en los compañeros que nos han de relevar en Fiyi y de los que sabemos nos aguardan hace ya días en Suva. Hemos recibido de todos ellos el afecto y la comprensión que se esperaba en una Expedición tan propensa a imprevistos como es esta. Y nos llena de satisfacción recibir sus noticias y su buena disposición. No deben tener dudas de que llevamos tiempo pisando el acelerador y con el turbo conectado para acortar tiempos y demoras. Como nosotros, ellos conocen los limites de la voluntad humana cuando los vientos no superan los 10 nudos y portan en la dirección equivocada. Unas veces a velocidades de 1 nudo, otras a dos y algunas – muchas menos de las que deseamos- a cuatro nudos.

¡Ya llegamos, compañeros! Estamos ya por debajo de las 300 millas….

Juan Manuel Eguiagaray