2 de marzo de 2020

MiriamNoticias desde el PROS

2 de marzo de 2020
Pacífico Sur
35º 53,59′ S – 72º 2,3′ W

Cuando salimos al Pacífico desde los canales patagónicos no tuvimos la sensación de que el océano tuviera un nombre acorde con sus características. Hacía frío, estaba brumoso y la ola, que casi había desaparecido durante nuestro recorrido por fiordos, lagos y angosturas varias, hacía de nuevo irrupción con similares características a las del atlántico: larga, tendida y profunda. Con un pequeño detalle adicional: la ausencia de sol visible convertía la inmensidad del espacio oceánico en una superficie plomiza, misteriosa y algo amenazante.

La noche anterior, sin ser terrible, ya nos hizo sentir rachas de 38 nudos que, por supuesto, desbarataron nuestra confiado -demasiado confiado, a todas luces- orden interior. Sin hacer la relación completa, un Ipad salió volando hacia la cabeza de alguien, Pepe se dio una costalada al caerse de la cama en pleno sueño y, como suele suceder para que el desastre sea completo, el aceite se desparramó en la cocina al no estar asegurado. Un caos dentro de lo que ya es habitual en la vida de un barco. ¿Por qué será que siempre cometemos los mismos errores? ¡Tantos siglos de civilización y reiteramos una y otra vez idénticos fallos! ¡Y casi siempre por exceso de confianza!

Pero venía diciendo que el Pacífico, que ha sido muy benévolo con nosotros hasta ahora, debió ser bautizado tan inapropiadamente en un día de euforia de Magallanes. Nosotros mismos podríamos haberlo hecho de haber salido al océano en un día como hoy. Su color gris plomizo ha sido sustituido por un azul brillante en una jornada que desde el mismo amanecer despertaba prometedora.

El capitán ha obrado en consecuencia. Luego de un espléndido desayuno, ha ordenado zafarrancho: todos a sus puestos. Hemos izado la mayor para que los 18 nudos de viento por la aleta muevan el barco con más alegría. Junto a la triqueta y la mesana, ese trapo nos acerca a una media de 7 nudos.

Las escenas de izado de velas son propicias a que pase algo inesperado. Hoy Fernando y Juanma estaban en plena acción junto al palo mayor, cuando para sorpresa de Fernando, el chaleco salvavidas de Juanma se ha inflado enmarcando su no menos sorprendida cara, con una suerte de aro rojo, en medio de un siseo del cartucho de gas incorporado: ¡¡¡¡¡ssshhhhh!!!!……
la mirada de Fernando era tan expresiva que, por un momento, Juanma ha tenido la sensación de que iba a despegar en vertical…..

Nada de esto es ni extraño ni misterioso. El excelente chaleco incorporado a la dotación del PROS se arma automáticamente al caerse un tripulante al agua. Pero contiene un tirador en un costado para asegurar su apertura si fallara el automatismo. Lo que no está previsto es que un tripulante (algo torpe, sin duda) se deje el tirador colgando para que se enganche en la jarcia en plena operación de izado de velas.

Concluida la faena hemos concluido dos cosas: los chalecos son excelentes y la prueba “de hombre al agua” ha sido un éxito. La baliza de seguridad que lleva el chaleco se ha activado para advertirnos de que habíamos perdido un tripulante. Por suerte, sólo estaba en la proa del barco.

Pero la euforia continúa. Hoy es un gran día: hay pan hecho en casa. Javier, cuyo nivel de perfección en estas lides es ya insuperable, lo ha amasado y estamos ansiosos a la espera del resultado.

Me gusta este mar pacífico. Ojalá siga ofreciendo esta cara, su mejor cara.

Juan Manuel Eguiagaray