La devolución de un rescate. Fraternidad entre navegantes

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2020/12/02

Cuando se conocen los detalles del rescate de Kevin Escoffier por Jean Le Cam, destacados navegantes ambos de la Vendée Globe 2020, al interés de los aspectos técnicos se superponen con creces  las circunstancias humanas.

 

 

 

 

 

 

 

Jean Le Cam                                                                                                                   Kevin Escoffier

El relato de Jean es estremecedor por la dificultad y la angustia vivida en las difíciles condiciones del Atlántico Sur. Vientos de 35 nudos, mar encrespada, ausencia de visibilidad y leves señales de radio que se perdían de modo inexplicable, creaban un entorno tan dramático como propenso a las descargas de adrenalina. El patrón del  Yes we Cam había recibido instrucciones de los directores de la regata para dirigirse al rescate de Kevin, una vez que se conoció que este había abandonado su barco, el PRB, y activado su señal de distress.  Un programa de simulación de ruta ayudaría  a Jean en la búsqueda de la balsa salvavidas de su compañero. En efecto, con esa ayuda y su habilidad como navegante, consiguió situarse en el lugar previsto, avistó a Kevin y  hasta pudo hablar con él. Pero no era sencilla la aproximación a la balsa. Empujado por el viento, con dos rizos  en la mayor y a poco velocidad,  pasó próximo a ella y comunicó a Kevin que volvía otra vez a su rescate.  Pero le perdió de vista y cuando retornó al punto de encuentro, no halló a nadie. Lo intentó una y otra vez, hasta seis veces,  en medio de aquel mar embravecido, sin resultado positivo. No había rastro. Fueron largos períodos  de angustia y desesperación. Hasta que, por fin,  la señal emitida por el EPIRB volvió a hacerse nítida en la electrónica de su barco. Entonces se situó a barlovento de la balsa y se dejó caer hacia ella, de popa, a la menor velocidad posible.  No era cuestión de aplastarla o hundirla.  Un buen lanzamiento del aro salvavidas, felizmente capturado por Kevin, estableció el puente que permitió al naufragado subir al barco de Jean. Una maniobra increíble en las condiciones más difíciles imaginables. Kevin estaba ya a salvo. Todo había terminado, singularmente la angustia para el náufrago. Al igual que el enorme estrés experimentado por su familia, los otros barcos rescatadores y los numerosos seguidores de esta operación.

Las circunstancias humanas que concurren en esta operación, sin embargo, le dan un sentido aún más profundo que el descrito. Nuestros dos protagonistas son dos navegantes muy curtidos, primeros espadas de travesías oceánicas. Se conocían y se apreciaban. Sus barcos, además, tienen una inolvidable historia en común.

Kevin Escoffier, de Saint Malo, en la Bretaña francesa, había ganado ya varias veces la regata Transat,  la Volvo Ocean Race a bordo del Dongfeng y es poseedor del  trofeo Julio Verne a la vuelta al mundo más rápida.  Sustituía a bordo del PRB a Vincent Riou, quien lo había gobernado durante varias ediciones de la Vendée Globe, en 2012 y 2016. Era su primera participación en esta regata en solitario por los mares del planeta

Por su parte, Jean Le Cam es un asiduo participante de la Vendé Globe -–esta es la quinta vez–  a la que viene concurriendo desde 2004. En esta ocasión estuvo a punto de ganar y sólo fue superado por Vincent Riou, a bordo, precisamente,  del PRB. Más tarde, en 2008, tuvo que ser rescatado cerca del Cabo de Hornos cuando su barco dió la vuelta tras perder la quilla. El barco que le rescató – maravillas de la vida- fue el PRB, patroneado entonces por Vincent Riou. Le Cam permaneció atrapado en el barco durante 16 horas sin poder dar señales de vida.

Ahora es Le Cam el salvador  no del PRB, desgraciadamente partido y hundido al parecer, sino de su actual patrón, Kevin Escoffier.

Cuando Kevin se dió cuenta de la situación en la que se encontraba, envió un mensaje lacónico pero muy claro a su equipo en tierra: “Necesito asistencia.  Me estoy hundiendo. Esto no es un chiste”. Poco después la proa se ponía a 90º sobre agua, el barco se partía en dos y se hundía. Muchas horas de angustia después, tras ver aproximarse a Jean Le Cam, Kevin pudo respirar con renacida esperanza.  Según él mismo ha confesado:  “Tan pronto como ví a Jean, estuve seguro de que me salvaría”.

Fraternidad y confianza.  ¡Que perdure…!

 

A partir de informaciones de Vendée  Globe